Libros, amistad, vida

Hay días que no pasarán a tu pequeña historia personal, que no dejan ninguna huella. Nunca te escucharás a ti mismo preguntando, por ejemplo: "¿recuerdas aquel día en que te levantaste, tomaste un café, te pasaste toda la mañana haciendo gestiones en Hacienda y en el banco y luego te fuiste a casa a comer?”. Pero sí te podrías escuchar diciéndole a un buen amigo: “¿te acuerdas de aquel día que comimos conejo con Dragó y nos partimos de risa, y que luego tú y yo terminamos hasta las mil por Latina, y me contaste que… y yo te conté lo de…?”.

El de ayer fue uno de esos días llenos de cosas que dejan huella, de muchas cosas para recordar. Desde la mañana a la noche.

La semana anterior había ido por la Feria del Libro, como cada año. En una tarde lluviosa, compré varias cosas, entre ellas un libro de Lorenzo Silva sobre Marruecos (muy afectuoso el escritor, al que el año pasado dediqué una pequeña entrada en el blog y me contestó) y la última novela de David Trueba. Y pasé a saludar a Fernando Sánchez Dragó, recién regresado de su viaje por Arizona, y así concertar una comida.


Aprovechando que se pasa tres fines de semana firmando en la Feria del Libro mañana y tarde, ya tenemos instituida como tradición la de quedar uno de esos sábados a comer por la zona con un grupo de amigos. Normalmente la cita es en casa de Miguel, que vive por allí, y así estamos más tranquilos, evitando que nadie esté con la antena puesta desde la mesa de al lado. Pero ayer esta opción no podía ser y comimos en un restaurante asturiano, La Hoja-La Fueya. Buena comida, buena sobremesa y buena compañía.

Conversación vibrante, interesante y divertidísima: toros –inevitable José Tomás-, literatura, sexo (esto fue, qué casualidad, lo que más despertó el interés de Carlos V.), televisión, cine, política, viajes… Y risas, muchas risas.

Carlos V. estaba con el punto y tuvo intervenciones triunfales. Todavía estoy intentando recordar lo que soltó sobre su admiración por Jordi Hurtado (el presentador del concurso Saber y Ganar) porque era partiente, no tenía absolutamente ninguna relación con lo que estábamos hablando y nos dejó a todos perplejos. Pero el caso es que a él le gustaba Jordi Hurtado y quiso aportar este dato imprescindible.

De las mil anécdotas de Fernando, compartiré aquí dos de las que se pueden contar. La primera vino a propósito de que él no deja indiferente a nadie y que tiene muchos seguidores entusiastas pero también, como es evidente, una legión de gente a la que le cae mal. Resulta que Dragó tiene un amigo con cierto parecido físico a él. Una vez le contaba que se le acercó un tipo en un bar y le dijo:

- ¿Tú eres Sánchez Dragó?
- No
–le aclaró.
- Pues te acabas de librar de dos hostias…

La otra es una historia de bookcrossing de las que complacen al autor del libro y de las que Jung hubiera analizado en caso de haberla conocido. Llegó Fernando a un hotel -no recuerdo en qué ciudad del mundo- y encontró un libro que algún huésped anterior había dejado en la habitación. Para su sorpresa, era su propia novela El camino del corazón. La dedicatoria: “Para quien tenga la suerte de encontrarlo…”. Impagable para un escritor.

Tres horas y pico después, ya sin ningún comensal más en el restaurante, Fernando se fue a seguir firmando libros y el resto continuamos la animada sobremesa.

Tras una intensa tarde, dos supervivientes del grupo inicial, Carlos V. y yo, acabamos por Latina en una noche de cubatas y confidencias, dando un completísimo repaso a las tres heridas de Miguel Hernández, la de la muerte, la de la vida y la del amor. Tocaba puesta en común y brindis de despedida, antes de su viaje a Argentina.

Si entablo conversación con algún desconocido en un bar de copas, generalmente no es un tío, normalmente más bien será una desconocida. Pero ayer hubo una excepción. A un chico muy jovencillo le estaban dibujando una caricatura y, mientras el artista le captaba sus rasgos con acierto, nosotros le habíamos ido haciendo algunos comentarios en plan viejos-mirando-una-obra. Más tarde vi que su panda estaba formada por cuatro chicos y una chica y que, obviamente, ella le gustaba. Bueno, a él, a los otros tres, a mí y a todos los demás que estaban en el pub... Al pasar le dije alguna frase cómplice y a partir de ahí resultó muy divertido. Yo creo que le apetecía compartirlo con alguien, porque eso no se lo cuenta a sus amigos (y rivales) y tampoco a la propia chica, y cuando se puso a hablar conmigo era como escucharme a mí mismo casi con veinte años menos. Qué risa me pasé con sus comentarios y qué familiares me resultaban. Era inteligente, ingenioso… y tímido. Descubrí que, con sus historias con las chicas, se había sentido identificado con las mismas películas que yo. Para mi sorpresa, me recitó algunas frases de Gabino Diego cuando está enamorado de Ariadna Gil en Los peores años de nuestra vida. Pero, para su sorpresa, yo las recordaba todas, porque habré visto también esa peli unas tropecientas veces. Él no conocía otra de Martínez Lázaro, Amo tu cama rica ("antes de encontrar a Sara, sólo había conocido dos tipos de mujeres: las interesantes... y las que se interesaban por él"), que es como el catón en estos temas de los tímidos y las mujeres, así que se la recomendé vivamente. En cuanto aparezca Pere Ponce en la pantalla se verá reflejado. Mientras todos seguían tonteando con la piba, ésta nos miraba de reojo viendo que su amigo y yo nos partíamos de risa hablando. Me fui, le dejé con la chica y le deseé mucha suerte. No sé cómo se llamaba él, pero perfectamente se podría haber llamado Carlos.

Al llegar a casa de madrugada, caí rendido. Esta mañana he amanecido con resaca y con un gato plácidamente dormido encima de mí. Prefiero otro tipo de despertares, la verdad. Pero no está mal levantarte con el recuerdo de tantos detalles para guardar, que me resultan (como los llamaría cierta persona llena de encanto) retales vitales de magia.

(Fotografías: Clara Montero)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Te va a gustar el último de David Trueba.......ya sabes que a mí me encantó, después de leerlo te comprarás sus otras dos novelas. Del Rif al Yebala es el próximo que tengo preparado para leer, ya lo comentaremos.

¡cómo te lo pasas, no!...

Anónimo dijo...

Pues el fin de semana ha sido completito. El sábado me lo pasé realmente bien en la comida con Dragó y por la noche con "Finisterre". El domingo más tranqui, pero también tuvo sus detallitos.
Eso sí, no me relajé. Sigo tenso, el agobio y la ansiedad no se me van desde que me levanto cada día. Y las declaraciones de la renta están a punto ya de tirárseme al cuello para que me ponga las pilas.
Bueno, que si te portas bien te levanto el bloqueo y que puedas identificarte en el blogger éste...

Anónimo dijo...

Amigo, te falta un película -y, si no la has visto, ya estás tardando-: TODO ES MENTIRA, con Coque Maya y Penélope Cruz.

Si no la has visto, ya sabes. Y si la has visto, ponte un martini rojo y disfrútala de nuevo, por encima de Hacienda... Como dijo tu -seguro- amado Pablo Guerrero: "Ellos seguirán dormidos en sus cuentas corrientes de seguridad".

¡ME VOY A CUENCA!

Anónimo dijo...

¡Es verdad! Claro que la conozco, Nin. "Todo es mentira" era otra de mis películas de cabecera en la misma época. Lo de "Me voy a Cuenca" fue frase repetida en casa. Y mi alter ego veinteañero me habló el sábado de otra que también estaba bien, pero no consigo recordarla (demasiado me he acordado).

Anónimo dijo...

Hola Carlitos,
Hacía tiempo que no te leía, estamos en una epoca algo agobiante los picapleitos, será que los señores jueces quieren irse de vacaciones (las de bermudas y chanclas, las otras las tienen todo el año) sin cosas pendientes.
En fin más que nada era para decirte que si ves a Dragó que le des recuernos de mi parte, es un tio majo, pero majo, además con la humildad que le caracteriza seguro que se alegra de saber de mi ;)
Jejeje.
En serio, me alegro de que a ti te guste y de que te lo pases bien con él, a mi sólo me gusta algo de lo que escribe (poco, pero algo), como persona creo que si me fuera de copas con él o acabaríamos a los 10m en comisaría o nos tiraríamos 10 horas de "haber quien puede más" así que paso. Prefiero irme de copas contigo, también hay que darte de comer aparte pero te he cogido cariño.
Un besito, se feliz.

Carlos J. Galán dijo...

Hola, Blanquita.
Me alegro de leerte.
Yo ando también con follón de trabajo. A mí, hasta agosto se me mezcla todo: plazos fiscales, cursos, juicios y demandas que hay que meter antes de verano.
Sí, Dragó y tú sería una mezcla explosiva y si sacamos determinadas cuestiones más aún.
A ver si en la próxima sí podemos concidir tomando algo, que apetece.