Colegio de Abogados de Madrid: los últimos coletazos de un Régimen (III)

Cuando se convocan nuevamente elecciones en el Colegio de Abogados de Madrid, concurren nada menos que 10 listas completas -una cifra récord- junto con otras dos candidaturas al decanato y varias individuales a puestos concretos (en nuestras elecciones colegiales se vota con listas abiertas y sistema mayoritario).

Opta a la reelección el decano saliente, Antonio Hernández Gil, con un discurso autocomplaciente que realmente sorprende, a la vista de los hechos y resultados objetivos. Renueva en parte su equipo, porque su hasta entonces diputado 2º, José María Alonso, había pasado de Garrigues a Baker & McKenzie. Y, en una candidatura que realmente es una coalición de grandes despachos, manda la firma y no el abogado: Garrigues sitúa en su lugar a otro candidato, José Ramón Martínez. El hecho no puede ser por sí mismo más elocuente.

Repite candidatura Javier Cremades, presidente del despacho Cremades & Calvo Sotelo, quien en las elecciones anteriores se quedó a 300 votos del triunfo y, ante el desgaste de su rival tras cinco años de gobierno, ve ahora ocasión para la revancha.
El escenario no será el previsto por Cremades ni por Hernández Gil, porque irrumpe con fuerza un nuevo factor. Sonia Gumpert Melgosa, abogada casi desconocida, que unos meses antes había movilizado la reacción de colegiados contra la privatización del servicio médico con la Plataforma para la Defensa de la Abogacía Madrileña, anuncia su presentación al decanato. A los deseos de cambio de una buena parte de la abogacía tras la oscura etapa de Hernández Gil, se une que esta vez no se trata de la típica candidatura individual, improvisada y bienintencionada pero sin posibilidades reales. Aparece con un proyecto con cierta solidez, con una candidatura plural, con respaldos y con medios para afrontar la campaña. Además de la notoriedad que su actuación sobre el servicio médico le ha otorgado ante sus compañeros, cuenta con el apoyo de la Asociación de Letrados por un Turno de Oficio Digno (ALTODO), tres de cuyos representantes forman parte de la lista electoral.
Concurre también a los comicios colegiales Ignacio Peláez, abogado que sufrió las escuchas del juez Garzón y que se tuvo que querellar contra él después de que el Colegio le desamparase.

La habitual candidatura de la Asociación Libre de Abogados (ALA) esta vez está encabezada por Lorena Ruiz-Huerta.

Otras dos asociaciones, Unión de Abogados y Ius et Fides, presentan una lista encabezada por una abogada mediática, Montse Suárez.

Las restantes candidaturas están encabezadas por Josefa García Lorente, Miguel Urrutia, Emilio Ramírez Matos y Juan Carlos Rodríguez Segura.

El objetivo de esta serie de artículos, como dije en el primero de ellos, es destacar cómo incluso unas elecciones como las del Colegio de Abogados de Madrid provocan intensos movimientos de grupos de presión y de poder para intentar influir en su resultado.

Resulta curioso, por ejemplo, observar cómo se ninguneó a la candidatura de Montserrat Suárez. Casi con seguridad estaba llamada a ser minoritaria, pero su perfil de abogada conocida, presente en medios de comunicación, podría entrañar un riesgo de romper el guión o de restar votos a candidatos que interesaban, por lo que no se le dio absolutamente ninguna cancha, cuando sí se le daba, a su vez, a candidaturas de características o expectativas similares. Así, Cremades, aprovechando una mayor presencia mediática, pirateó algunas ideas de su programa, como la defensa de la unidad jurídica de España o un manifiesto de apoyo de la sociedad civil. Al debate en el Ateneo se invitó sólo a seis de los diez candidatos, sin que fuera posible saber qué criterio objetivo se siguió para esta arbitraria exclusión. Ahora, con los resultados en la mano, podría justificarse a posteriori, pero no es fácil saber qué fue primero, el huevo o la gallina: es decir, estuvieron en el Ateneo las candidaturas que finalmente resultaron más votadas, pero nunca sabremos si tal vez no se votó en mayor medida a esas candidaturas precisamente por estar presentes en ese debate.

Pero, sin duda alguna, el objetivo a batir para ciertos grupos de presión fue la candidatura liderada por Sonia Gumpert.

Incluso se ha llegado a poner en marcha un video anónimo, pero del que después, concertadamente, se iban haciendo eco diversos medios. Se sembraron dudas sobre la presencia en la misma de ISDE, un grupo editorial y de formación. Con independencia de lo que cada cual podamos pensar o de que nos pueda gustar más o menos, creo que la integración en la propia candidatura nos permite ganar en transparencia frente a cualquier apoyo interesado desde la sombra. Si aspiras al “pastel” formativo o editorial del Colegio, lo menos inteligente es estar con tus propios candidatos en la lista. Precisamente porque hay personas de ISDE en la candidatura, los colegiados vigilaremos mucho más esas cuestiones en la futura gestión del ICAM.

También acusaron a Sonia Gumpert ser una especie de ariete de despachos catalanes para hacerse con influencia en el Colegio madrileño. La acusación carecía de cualquier soporte argumental, pero la campaña llegó al extremo ridículo de asegurar que la propia candidata era catalana, algo que tuvo que ser objeto de un desmentido expreso y realmente pintoresco. No era cierto, pero, en todo caso, siempre me ha parecido que una de las señas de identidad que diferencian a Madrid de otros lugares es precisamente su carácter abierto en el que convivimos personas de todas las procedencias sin que a nadie se exija pedigrí territorial.

Algunos medios de comunicación fueron absolutamente descarados en el intento de perjudicar a esta candidatura, tan peligrosa para quienes habían controlado el Colegio durante largos años. Así el diario El Mundo, apoyando claramente a Javier Cremades, con el que ha mantenido algunas relaciones, directamente ignoró la candidatura de Gumpert al dar información sobre los candidatos al decanato. No es que le tratara peor, es que decidió que sencillamente no existía. Así, publicó un reportaje para dar a conocer las “principales” candidaturas, entrevistando a Hernández Gil, Cremades, Ignacio Peláez, etc.... y dejó fuera sin más a Sonia Gumpert, la que resultó finalmente ganadora y la que ya todo el mundo reconocía como una de las favoritas en aquel momento. ¿Se imaginan unas elecciones generales en las que se entrevistara a las principales candidaturas y dejaran fuera al PP o al PSOE mientras entrevistan a IU, UPyD, CiU y PNV? Calificarlo como manipulación burda se queda muy corto. Realmente vergonzoso ese ejercicio de antiperiodismo interesado.

Y qué decir del supuesto "estudio” (no se atrevieron ni a llamarlo encuesta o sondeo), absolutamente delirante, publicado por Expansión, del mismo grupo, en la que se preveía una participación ¡del 61 %! (sabiendo que otras veces estuvo en torno al 10 %) y se daba como ganador a Cremades con casi el 26 %, seguido de Gumpert con el 12 % y Hernández Gil con el 4 %. Sorprende que se prestara a poner su nombre a esta indignidad –suponemos que bien retribuido- alguien como Salustiano del Campo. Leadership Factor, firma a la que desconozco, supongo que, como decía alguien en los comentarios en la página del periódico, estará ahora dedicándose a vender perritos calientes.

En medio de esta sucia campaña, lo cierto es que la candidatura de Sonia Gumpert, realizó una inteligente labor de intentar movilizar al letrado descontento pero que habitualmente no se mueve del despacho para votar. Aunque con algunos puntos que me parecen poco realistas (fruto, seguramente, del desconocimiento del Colegio desde fuera), el programa resultaba atractivo para los desencantados de tantos años de “secuestro” de la institución por unos pocos. Un hábil manejo de las redes sociales y la difusión personal del mensaje, convirtieron a cada abogado convencido en un activista que a su vez convencía a otros compañeros, resultaron muy efectivos. Es la primera vez que una candidatura al decanato no sólo se ha centrado en los grandes despachos, sino que se ha dedicado a escuchar a abogados de a pie, a conversar con un café delante con numerosos compañeros, que a su vez fueron siendo altavoz de esta novedad.

La larga campaña terminó y llegó por fin el día de la verdad: las elecciones del 18 de diciembre.

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